Una teoría neurocientífica de la muerte: ya que nuestro cerebro tarda en integrar una experiencia consciente, vivimos siempre en el pasado, cuando surge la conciencia de la muerte--de ese instante fatal-- ya estamos muertos.
¿Tienes un mórbida curiosidad por saber lo que se sentiría recibir un balazo en la cabeza, chocar contra un vidrio a cientos de kmph o simplemente sentir ese último aliento en toda su extensión? Puedes dejar de preguntártelo, puesto que difícilmente lo sabrás, incluso si te sucede a ti.
Por una parte esto se dificulta puesto que el cerebro tarda en procesar una experiencia. Las señales que percibimos e integramos como experiencias tardan en viajar a través del neurocórtex y en ser asimiladas. El neurocientífico David Eagleman señala que estrictamente “siempre estamos viviendo en el pasado”. Nuestro cerebro tarda entre 150 milisegundos y 300 milisegundos, según Eagleman,en ensamblar una experiencia consciente después de percibir una señal. Esto ocurre porque nuestro cerebro se toma el tiempo de sincronizar todo lo que percibimos, cuando las cosas ocurren a diferentes velocidades y a diferentes distancias (por ejemplo el sonido y la luz viajan a diferente velocidad, algo que cotidianamente podemos percibir en un rayo).
Incluso un accidente automovilístico tarda menos. A los 8.5 ms las bolsas de aire se disparan; a los 15 ms el auto empieza absorber la temperatura del impacto; a los 70 ms el pasajero ya ha rebotado dentro del auto –el punto en el que los expertos declaran el evento como completo.