El cine ha convertido supuestos acontecimientos relacionados con posesiones maléficas en éxitos de taquilla. Los guionistas se inspiraron en experiencias de personas que sufrieron fenómenos para algunos tan inexplicables como terroríficos; una maldición que, dice, se extendió a los actores que las protagonizaron.
Están a punto de cumplirse 40 años del estreno de El exorcista. Aún hoy, la cinta es objeto de estudio por parte de los académicos... y por los interesados en la parapsicología. Obra maestra para la mayoría y maldita para algunos, son conocidos los hechos que constituyen esa leyenda.

Se sucedieron desde el inicio del rodaje, cuando murieron el abuelo de Linda Blair –la niña protagonista–, el hermano de Max von Sydow –el padre Merrin– y el bebé del ayudante de producción. El set de rodaje se incendió tres veces y parte del equipo, inquieto, insistió en que un sacerdote bendijera el lugar.
Jack McGowran, que interpretaba a Burke Dennings, falleció durante la filmación a causa de las complicaciones de una gripe. Jason Miller –el padre Karras– perdió a su hijo en un accidente, y el propio actor murió en 2001, el día del reestreno de una edición especial. En 1975 la historia se llevó a los escenarios. Pocos días después de la première, se halló sin vida a Mary Ure, la actriz que encarnaba a la niña poseída.
Los acontecimientos pudieron ser manipulados para crear una campaña de marketing. Sin embargo, pasados 40 años, Von Sydow y Ellen Burstyn –la madre de Regan– aseguran que las circunstancias en que se desarrolló la filmación les generan muchas preguntas. Para William Peter Blatty, autor del libro El exorcista, quizá algunas de las respuestas puedan hallarse en 1949, estudiando la experiencia de Robbie Mannheim, un niño de 14 años de Maryland (EE.UU.) en cuya historia se inspira toda la trama.

Robbie tenía una relación cercana con su tía, una vidente con la que compartió varios sesiones de ouija. Los fenómenos comenzaron tras morir la mujer: cambios de personalidad, objetos que se movían... El párroco, amigo de la familia, juró haber visto cómo la cama se movía violentamente. La Iglesia aprobó el exorcismo y designó al padre Hughes para realizarlo. La primera sesión tuvo lugar en el hospital de Georgetown, el barrio de Washington donde se rodó el filme.
La reacción de Robbie fue brutal: soltó las ligaduras que lo ataban a la cama, arrancó un muelle del somier y comenzó a golpear con él al sacerdote. A este exorcismo le siguieron otros muchos. El estado del chico fue empeorando, su aspecto físico cambió y en su cuerpo aparecían palabras como ‘infierno’ y ‘rencor’ en forma de hematomas y cortes.
En su habitación, la temperatura siempre era gélida. Un experto exorcista católico, el padre William Bowden tomó el caso. Llevaron a cabo nuevas sesiones durante las que el chico insultaba con una voz sórdida, utilizando a veces el latín, lengua que jamás había estudiado.
El 18 de abril de 1949, a las 11 de la noche, según los registros del padre Bowden, comenzó el trigésimo exorcismo. Robbie gritaba «¡Satán, Satán!»; los espasmos eran violentos hasta que, de pronto, se calmó. Miró a los sacerdotes y dijo: «Se ha ido». Cuando a finales de los 60 Blatty quiso llevar la historia a un libro, buscó la colaboración de los protagonistas y se encontró con una negativa.