No resulta fácil creer que un individuo que anda por la vida vestido con una especie de pijama hiperajustado, capa y máscara esté en sus cabales, aunque sea su sentido de la justicia el motivo de tal indumentaria. Pero no es su estrafalaria imagen la que ha llevado a los superhéroes que adoramos al diván del psicólogo clínico Marcelo R. Ceberio, autor de 'También los superhéroes van a terapia', sino las traumáticas experiencias que casi todos ellos han sufrido.
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«Lo que principalmente tienen en común la mayoría de las historias de superhéroes es la desvalorización que sufre el personaje central. Sea como fuere que hayan adquirido sus poderes, son seres diferentes, con historias de vida no afortunadas, muertes y duelos dolorosos en el caso de Daredevil, Batman y Superman; o marginación, en el de La Cosa o Lobezno. Por no hablar de la penuria de sus vidas como superhéroes», explica el experto. Y es que una de las primeras cosas que deben afrontar en su nuevo estilo de vida es el enorme estrés producido por estar siempre alerta para salvar a todo aquel que se encuentre en peligro, un modo para muchos de vengar las muertes de sus seres queridos a manos de un villano, acaecidas en no pocos casos ante sus ojos infantiles.
«En esta tarea salvadora dejan su vida para vivir la de los otros», afirma el autor. Así sufren la soledad, la marginación, el aislamiento e incluso pasan por ser torpes, incapaces, ineptos… Solo el superhéroe recibe el afecto de gente desconocida, mientras la persona no tiene tiempo para su propia vida. En este sentido, la experiencia humana, según el experto, nos muestra que la mayoría de los desvalorizados busca afanosamente el valor personal fuera: «Trabajan mucho para ser queridos y nunca llegan a abastecer esa carencia de calificación interior. De modo que su lucha por el bien lleva implícita una búsqueda de valoración y reconocimiento», agrega Ceberio.
El TOC de Spiderman

Ceberio imagina a Peter Parker (Spiderman) ya entrado en años acudiendo a la consulta de un psicólogo. Como trabaja de día y de noche, apenas duerme, por lo que se encuentra sumamente estresado, sufre de insomnio, está irritable, cansado y desganado. La recomendación: reposo absoluto y psicoterapia. «Su gran timidez y su poca valoración hacia sí mismo no le permitieron desarrollarse en su profesión (estudió física y química en la universidad). Por tales razones, quedó anclado a trabajos para los que se siente capacitado (aunque le frustran), pero a la vez se cree un inútil y siente rabia hacia sí mismo por no animarse a otra cosa», explica el doctor. Con un aspecto muy dejado, hipersensible y malhumorado, Parker confiesa que todo le afecta y le angustia por demás, mientras no deja de sentarse y de ponerse de pie continuamente sin dejar de hablar. Su psicólogo ya sabe que estos rituales forman parte del espectro del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), una de las patologías que componen el repertorio de los trastornos de ansiedad.
La depresión de Batman
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No es Parker el único con problemas. Clark Kent (Superman) más que tímido es un fóbico social incapaz de mantener a su familia -se casó con Lois y tuvo hijos- porque es un padre y un marido ausente por atender más a su faceta de superhéroe; el doctor Banner (Hulk) se debate entre la bipolaridad y el trastorno disociativo, que se complica cuando su 'monstruo' interior sale y se hace visible a los ojos de los demás, y Bruce Wayne es incapaz de poner en su vida personal el compromiso que lleva adelante como Batman y, a pesar de esa imagen de hombre de éxito, es un solitario encerrado en su propia depresión. Se libra aquí el multimillonario de la visión pedófila que el psicólogo Frederick Wertham atribuía, a finales de los años 50, a la amistad entre él y Robin, si bien este experto hizo más hincapié en afirmar que las historias del 'hombre murciélago' son «psicológicamente homosexuales».